Es
inevitable, y no porque lo hayan predicho los mayas: el mundo se
acabará. Claro que no será el 21 de diciembre pero, aunque no se
puede precisar con exactitud la fecha del fin, el apocalipsis llegará
en millones de años Para el astrónomo ecuatoriano Arturo Carvajal,
las predicciones mayas que están de moda son románticas pero no
científicas. Su acogida responde a la tendencia de la mente humana a
fijarse en pensamientos apocalípticos. Cristián Vásconez, físico
del Observatorio Astronómico de Quito, precisa las diferencias entre
el fin de la vida, la extinción masiva del ser humano y la
destrucción total de la Tierra. El fin de la vida significaría la
inexistencia hasta de un microorganismo (virus), un acontecimiento de
muy baja probabilidad en caso de supuestos terremotos, maremotos y
explosiones volcánicas predichas por los antiguos. Mientras que la
extinción masiva del ser humano sí puede ocurrir, si ocurren varios
factores. Carvajal explica que algunas extinciones históricas, como
la de los dinosaurios tienen un elemento en común: el impacto de
rocas del espacio. Un asteroide de 10 kilómetros y con una velocidad
de 64 000 kilómetros por hora causaría la extinción de la
civilización humana. Hay cinco extinciones masivas. La más reciente
se dio hace 67 millones de años, cuando un asteroide acabó con la
vida de los dinosaurios, cuyo dominio en el planeta había durado más
de 150 millones de años. Esta extinción acabó con 70% de las
especies. Los asteroides son un peligro real. Su choque y su
posterior explosión contra el planeta acabarían con los humanos y
su expansión de materiales, como el polvo, causaría el
oscurecimiento de la atmósfera. Todos los organismos que necesiten
de fotosíntesis morirían irremediablemente. Actualmente hay más de
33 000 asteroides monitoreados por el programa Near Earth Orbit de la
NASA, el cual ha clasificado y calificado a los asteroides por su
peligrosidad en base a la Escala de Torino, una especie de tabla que
mide el daño, según su diámetro y dirección al planeta, que
podría producir el cuerpo. Carvajal precisa que, aunque un choque
destruiría casi toda la vida (la evolución permitiría que la
Tierra pudiera recuperar su flora y fauna en años), no acabaría con
el planeta. Hay otros factores que también se deben considerar
válidos para la destrucción de la vida. La pandemia global es una
opción. En 1918, la gripe española cruzó el mundo y dejó una
estela de destrucción: entre 20 y 50 millones de muertos. Si hoy se
presentara una pandemia similar, podría extenderse con mayor rapidez
gracias a la red de rutas aéreas. Lo que sí destruirá totalmente a
la Tierra es la expansión del Sol. El astrónomo dice que el astro
rey está en la mitad de su vida y que, cuando envejezca por
completo, absorbería al planeta. Actualmente, el Sol tiene 75% de
hidrógeno, 24% de helio y 1% de metales pesados; pero cuando se
acabe, se expandirá y arrasará con los primeros planetas. Vásconez
estima que el diámetro del Sol abarcaría hasta la órbita de Marte
(así que tampoco tendría mucho sentido poner colonias allá)
consumiendo todo lo que está en el medio. Pero ¿por qué envejece
el Sol? El físico explica que el astro es una bola de gas que
contiene masa. Esta masa produce gravedad hacia adentro. Pero como el
Sol también es un reactor nuclear, emite radiación hacia fuera. La
relación entre la gravedad y la radiación está equilibrada por el
momento, pero en 4 500 millones de años, aproximadamente, no será
igual. En la búsqueda desesperada del Sol por encontrar el
equilibrio se expandirá y sus capas posteriores comenzarán a
crecer. Este proceso, que se conoce como nebulosa planetaria,
evaporará a los planetas cercanos. El físico explica que la
desaparición de la Tierra por la expansión del Sol es como poner
una gota de agua en una plancha. La evaporación del planeta es
inmediata. La temperatura de la Tierra es de 25 grados promedio y la
de las capas de Sol de 5 000 °C. Cuando esto suceda, se hará más
pequeño y se convertirá en una estrella muerta, conocida como enana
blanca. Teóricamente, la explosión de estrellas viejas también
puede acabar con el planeta. Carvajal comenta que su expansión
pudiera suceder en cualquier momento. Sin embargo, el vecindario de
la Tierra no cuenta con estrellas viejas, las cuales están en las
afueras de la galaxia. (Publicado originalmente en el diario El Comercio)
Adrián Iglesias 3º E.S.O. B