lunes, 17 de diciembre de 2012

El fin del mundo


Es inevitable, y no porque lo hayan predicho los mayas: el mundo se acabará. Claro que no será el 21 de diciembre pero, aunque no se puede precisar con exactitud la fecha del fin, el apocalipsis llegará en millones de años Para el astrónomo ecuatoriano Arturo Carvajal, las predicciones mayas que están de moda son románticas pero no científicas. Su acogida responde a la tendencia de la mente humana a fijarse en pensamientos apocalípticos. Cristián Vásconez, físico del Observatorio Astronómico de Quito, precisa las diferencias entre el fin de la vida, la extinción masiva del ser humano y la destrucción total de la Tierra. El fin de la vida significaría la inexistencia hasta de un microorganismo (virus), un acontecimiento de muy baja probabilidad en caso de supuestos terremotos, maremotos y explosiones volcánicas predichas por los antiguos. Mientras que la extinción masiva del ser humano sí puede ocurrir, si ocurren varios factores. Carvajal explica que algunas extinciones históricas, como la de los dinosaurios tienen un elemento en común: el impacto de rocas del espacio. Un asteroide de 10 kilómetros y con una velocidad de 64 000 kilómetros por hora causaría la extinción de la civilización humana. Hay cinco extinciones masivas. La más reciente se dio hace 67 millones de años, cuando un asteroide acabó con la vida de los dinosaurios, cuyo dominio en el planeta había durado más de 150 millones de años. Esta extinción acabó con 70% de las especies. Los asteroides son un peligro real. Su choque y su posterior explosión contra el planeta acabarían con los humanos y su expansión de materiales, como el polvo, causaría el oscurecimiento de la atmósfera. Todos los organismos que necesiten de fotosíntesis morirían irremediablemente. Actualmente hay más de 33 000 asteroides monitoreados por el programa Near Earth Orbit de la NASA, el cual ha clasificado y calificado a los asteroides por su peligrosidad en base a la Escala de Torino, una especie de tabla que mide el daño, según su diámetro y dirección al planeta, que podría producir el cuerpo. Carvajal precisa que, aunque un choque destruiría casi toda la vida (la evolución permitiría que la Tierra pudiera recuperar su flora y fauna en años), no acabaría con el planeta. Hay otros factores que también se deben considerar válidos para la destrucción de la vida. La pandemia global es una opción. En 1918, la gripe española cruzó el mundo y dejó una estela de destrucción: entre 20 y 50 millones de muertos. Si hoy se presentara una pandemia similar, podría extenderse con mayor rapidez gracias a la red de rutas aéreas. Lo que sí destruirá totalmente a la Tierra es la expansión del Sol. El astrónomo dice que el astro rey está en la mitad de su vida y que, cuando envejezca por completo, absorbería al planeta. Actualmente, el Sol tiene 75% de hidrógeno, 24% de helio y 1% de metales pesados; pero cuando se acabe, se expandirá y arrasará con los primeros planetas. Vásconez estima que el diámetro del Sol abarcaría hasta la órbita de Marte (así que tampoco tendría mucho sentido poner colonias allá) consumiendo todo lo que está en el medio. Pero ¿por qué envejece el Sol? El físico explica que el astro es una bola de gas que contiene masa. Esta masa produce gravedad hacia adentro. Pero como el Sol también es un reactor nuclear, emite radiación hacia fuera. La relación entre la gravedad y la radiación está equilibrada por el momento, pero en 4 500 millones de años, aproximadamente, no será igual. En la búsqueda desesperada del Sol por encontrar el equilibrio se expandirá y sus capas posteriores comenzarán a crecer. Este proceso, que se conoce como nebulosa planetaria, evaporará a los planetas cercanos. El físico explica que la desaparición de la Tierra por la expansión del Sol es como poner una gota de agua en una plancha. La evaporación del planeta es inmediata. La temperatura de la Tierra es de 25 grados promedio y la de las capas de Sol de 5 000 °C. Cuando esto suceda, se hará más pequeño y se convertirá en una estrella muerta, conocida como enana blanca. Teóricamente, la explosión de estrellas viejas también puede acabar con el planeta. Carvajal comenta que su expansión pudiera suceder en cualquier momento. Sin embargo, el vecindario de la Tierra no cuenta con estrellas viejas, las cuales están en las afueras de la galaxia. (Publicado originalmente en el diario El Comercio)

Adrián Iglesias 3º E.S.O. B